"Prueba, prueba". Me atropella una bandeja llena de aceitunas con pimiento. He cometido el grave error de entrar al supermercado con un concierto en mis tripas y 5 euros en el bolsillo. Así que, hum, de un bocado termino con unas olivillas. Algo resecas, pero gratis. Maja la chica!

A la hora en que el hambre canta es casi imposible conseguir una chistorra, un dado de queso o un cacahuete, si no compras la ración. Pide agua en una terraza para que veas qué te responden.

Excepto poquísimos lugares que he descubierto y que, por precaución, no diré en voz alta.

Algunos de sus dueños son italianos. Han importado el concepto de una buena mesa surtida de picapicas, pero sólo pagas los líquidos. A cambio, deslízate por la barra llena de comida, cuantas veces quieras. No tendrás que lanzar al suelo furtivamente ningún palillo como en los bares vascos.